
El rey de España, Felipe VI, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Ahora mismo en España, el antifelipismo es el nuevo juancarlismo. Los ultraderechistas tradicionales han puesto el grito en el cielo contra el Felipe VI por la firma de los indultos por el Procès.
En estos tiempos en los que España, como en la película “El día de la marmota”, se vuelve a despertar cada día viendo cómo se vuelve a romper España una y otra vez, ha llegado al rescate la institución predestinada para salvaguardar la unidad de nuestra patria: la monarquía.
La Familia Real, Juan Carlos primero y Felipe después, han vuelto a salvar nuestra democracia en uno de sus peores momentos, cuando la amenaza del golpismo se cernía sobre nuestras cabezas.
Felipe VI ha ido incluso más allá que su progenitor y ha conseguido cerrar las heridas abiertas de la Guerra Civil y ponerle un broche de oro a nuestra Transición; por fin ha unido a las dos Españas, republicanos y fascistas, rojos y azules, izquierdas y derechas, todos unidos bajo una misma bandera: el odio común a su figura, a su reinado.
Ya lo dijo uno de nuestros premios Nobel de Literatura, uno de los más infravalorados, Jacinto Benavente: “Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor”.
Alguien que viajara desde unos pocos años atrás en el pasado hasta este año 2021 pensaría que, entre las mascarillas y este repentino consenso en contra de la Corona, estaría viviendo en una distopía, en una realidad paralela.
Así es, ahora mismo en España, el antifelipismo es el nuevo juancarlismo.
Los ultraderechistas, tradicionales partidarios del “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley”, de repente han puesto, además del brazo, el grito en el cielo contra su idolatrado monarca.
Las redes se han llenado de insultos a Felipe VI, llamándole por el despectivo título de “Felpudo VI”, y todo por haber firmado los indultos a los líderes presos del ‘procés’ aprobados por el Gobierno.
Se podría definir como justicia poética que sólo unos días después de que el presidente del Gobierno andaluz, Juanma Moreno, entregara la primera Medalla de honor de Andalucía al rey por su “ejemplar defensa de la unidad de España” y por su “trabajo”, su compañera de partido, Isabel Díaz Ayuso, la lideresa de la República independiente de Madrid, fuera la primera en cuestionar la figura del monarca precisamente por hacer su trabajo.
La faraona, acompañada por sus inseparables palmeros, Martínez Almeida y Pablo Casado, cuestionó la figura de Felipe VI en Colón con estas palabras: «Queremos reivindicar la unidad de España, la soberanía del pueblo, la Constitución y también el papel del Rey, ¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora?, ¿Va a firmar esos indultos?”
Isabel Díaz Ayuso poniendo en la picota la figura del monarca se está ganando con creces ser la musa, la autora intelectual de la llegada a España de la Tercera República.
La presidenta madrileña debería ser, por merecimientos propios, la primera estatua erigida tras la caída de la monarquía; una Isabel en la plaza de la República, antigua Plaza de Oriente, con una caña de cerveza en una mano y sobre un pedestal con el lema: “Gracias, IDA, contigo empezó todo”.
Porque hasta la irrupción de Díaz Ayuso las críticas al reinado de Felipe VI habían provenido casi exclusivamente desde el ala izquierda de nuestro país, que acusaba al rey de su acercamiento a las posiciones más conservadoras, vamos, de ser más de derechas que el grifo del agua fría; especialmente después de su duro discurso tras la celebración del referéndum en Cataluña.
Ahora, este acercamiento al lado oscuro de la fuerza parece estar pasando factura al monarca. La derecha y la ultraderecha están intentado utilizar la, en teoría neutral, institución de la monarquía para sus propios intereses partidistas.
Es curioso que Felipe Uve Palito, cuanto más se acerca ideológicamente al partido que comienza por Uve, más palitos le caen; parece olvidar que la ultraderecha es como Atila, por donde pasa no vuelve a crecer la democracia, ni tampoco la monarquía.
¿Será esto el principio del fin de la Casa Real? ¿Acabará en el exilio otro Borbón? Igual Felipe Sexto hace un homenaje al Sesto bueno de España, Camilo, y renuncia al trono al ritmo de: “¡¡Y ya no puedo más. Y ya no puedo más. Siempre se repite esta misma historia!!”
No descarto que en un futuro no muy lejano acabe, como otros líderes venidos a menos, Esperanza Aguirre o Toni Cantó, participando en Mask Singer de Antena 3.
Lo estoy viendo, cantando disfrazado y con la voz tuneada el “Que viva España” de Manolo Escobar, a los Javis coreando a voz en grito: “¡Quítatela, quítatela, quítatela!”, y las caras de estupefacción del público al aparecer la cara de Felipe de Borbón debajo de su disfraz de pollo.
Seguro que los más jóvenes al ver al antaño jefe del Estado se preguntarían como en el famoso meme, “Pero, ¿usted quién es?”.
Por Javier Durán
Vía: lamarea.com
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