
Hace unos días, Radio Republicana se hacía eco de una noticia que no por menos sorprendente, no dejaba de ser indignante: La Audiencia Nacional archivaba la denuncia contra el neonazi que disparaba a miembros del gobierno; esto días, ocurría días después de que ese mismo tribunal, ordenaba el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasél por cantar “Los Borbones son unos ladrones”. Ninguna novedad, esto mismo le ocurrió a César Strawberry, vocalista de Def con Dos, por poner otro ejemplo.
Lo indignante ya no es sólo ese doble rasero, pues parece que dependiendo de la ideología que tenga la persona juzgada, el hecho denunciado se convierte en delito o no. ¿Lo digo más claro? Si eres un nazi de mierda, la justicia mirará para otro lado pero ojo si eres comunista/antifascista, de ahí no escapas. Lo hemos visto recientemente con los militares retirados que en un chat decían que había que “aniquilar a 26 millones de rojos, niños incluidos”. ¿Han visto usted que la Fiscalía General del Estado o alguna institución jurídica actúe? No, ni lo harán!
Franco murió hace 45 años pero el franquismo sigue vivo en muchas de las instituciones del estado, entre ellos en el Poder Judicial. La misma Audiencia Nacional es heredera directa del Tribunal de Orden Público, dónde se juzgaba a comunistas, sindicalistas, etcétera. Cuando el dictador murió, esta institución del estado lo único que hizo fue cambiar de nombre, los jueces seguían siendo los mismos así que como se suele decir “cambiar todo para que nada cambie”.
Estos días, con respecto a la condena a Pablo Hasél se ha escuchado mucho en redes sociales decir que es un bocazas o que le pierden las formas, es cierto, es así pero a Hasél no se le condena por eso sino por ser antifascista. Te puede caer mal o bien, te puede gustar su música o no, pero aquí lo que está en juego es la libertad de expresión, porque es así y quien no lo quiera ver es que está ciego o sencillamente es cómplice: no es lo mismo decir que “los Borbones son unos ladrones”, algo que aunque la justicia española aún no haya querido investigar (que esa es otra), como ya hemos visto es verdad, que soltar en un chat que “hay que fusilar a 26 millones de rojos, incluidos niños”. Lo primero es sencillamente libertad de expresión, y lo segundo es delito de odio, según el Código Penal.
Hoy es Pablo Hasél pero mañana puedo ser yo, que soy comunista o cualquiera que saque los pies del plato de este “país democrático” llamado España.
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