30 de marzo de 2023

Radio Republicana

CONCIENCIA DE CLASE. Historias de las Comisiones Obreras

Conciencia de clase. Historias de las comisiones obreras VV.AA. Los libros de la Catarata

“O TODOS O NINGUNO” (1) La huelga más larga del franquismo

ISAAC ROSA Seguir a @_isaacrosa – Mundo Obrero

– Chaval, ¿a que no sabes que tu abuelo hizo la mayor huelga contra el franquismo?

No, el chaval no lo sabe. Y tampoco disimula el poco interés que le despierta mi pregunta: abuelo, huelga, franquismo. Palabras antiguas, palabras de otro idioma, palabras en blanco y negro. Batallitas, debe de pensar el chaval. Chismes de viejos. Quién me mandaba acompañar al yayo, otra vez me va a tocar aguantar al amigo de juventud que se empeña en contarme historias épicas de cuando ellos tenían mi edad y que invariablemente terminan en comparaciones entre su época y la nuestra. Y qué tiempos aquellos y qué fácil lo tenéis todo ahora los jóvenes y bla, bla, bla… Puedo leer todo eso en la mirada hastiada del nieto de José Mari.

Nos los hemos encontrado en el puente del ayuntamiento, donde estaban concentrados junto a varios cientos de jubilados gritando ‘¡pentsionistak aurrera!’ como cada lunes desde hace meses. Cuántos años que Maite y yo no veníamos por Bilbao y muchísimos más que no veíamos a José Mari pero lo he reconocido con más facilidad que él a mí.

– Pero, bueno, ¿no te acuerdas de mí? ¿Cuánto hace, cuarenta, cincuenta años?

– Cincuenta y tres (ha afinado Maite).

– Como José Mari ha arrugado los ojos, he probado a raspar en el fondo arenoso de su memoria.

– O todos o ninguno, José Mari. O todos o ninguno.

Ahora sí, ha abierto mucho los ojos, como respondiendo a una contraseña o un conjuro, toda la memoria regresada de pronto.

– ¿Alfredo? ¿El Alfredo de…?

Nos hemos dado un abrazo apretado y largo, como si necesitásemos unos segundos más para recolocar los recuerdos antes de seguir hablando, incluidas unas palmadas en la espalda mientras repetimos nuestros nombres. Ha saludado a Maite, a la que sí recordaba, y nos ha presentado a su nieto, Asier, que tiene diecisiete años y lo acompaña hoy a regañadientes por la insistencia del abuelo en que aquella manifestación de jubilados no es por nuestras pensiones sino para defender las suyas del futuro.

En un rápido intercambio de preguntas y respuestas nos ponemos al día de hijos, nietos, pérdidas (su mujer, Pilar, fallecida años atrás), salud, lugar de residencia y vueltas de la vida, innumerables pues no nos hemos vuelto a ver desde que me deportaron hace más de cincuenta años y ya no regresé a Bilbao. Entonces, al mencionar el momento en que perdimos el contacto, me dirijo al aburrido nieto.

– Chaval, ¿a que no sabes que tu abuelo hizo la mayor huelga contra el franquismo?

– El abuelo y la abuela (apostilla Maite con razón).

– Así es. Tu abuelo, tu abuela y unos cuantos cientos de mujeres y hombres pusimos contra las cuerdas a la dictadura. ¿No lo sabías? ¿No te ha hablado el yayo de la huelga de Bandas? (2)

No, no lo sabía. El yayo no le ha hablado de aquello. Yo sigo.

– Ciento sesenta y tres días de huelga. Cinco meses y medio luchando. Necesitaron nada menos que decretar un estado de excepción contra nosotros. Moscas a cañonazos pero menudas moscas.

– ¿Y cómo quedasteis? (pregunta el muchacho).

José Mari y yo nos miramos.

– Ganamos (digo yo).

– Perdimos (dice él).

– Ganamos perdiendo o perdimos ganando. No pudieron con nosotros más que usando la fuerza. Desnudamos al régimen, demostramos lo débil que en realidad era bajo su coraza y eso lo entendieron los que vinieron después.

Recordamos el día del juicio. Los abogados salieron a la calle y nos explicaron a gritos las propuestas de la empresa para intentar un acto de conciliación y todos a una gritamos un enorme ¡no!

– ¡O todos o ninguno, o todos o ninguno!

Fue el grito con el que aquel día expresamos nuestro rechazo a una propuesta que implicaba no readmitir a todos los compañeros y despedir a los líderes de la huelga.

– ¿Ganasteis el juicio? (pregunta Asier).

– Perdimos (responde su abuelo).

– No perdimos. Eso no era justicia. Sabíamos que era imposible ganar, le darían la razón a la empresa como siempre. Era una forma de coger fuerzas, de sentirnos unidos y quitarnos el miedo para demostrarles que éramos capaces de enfrentarnos a la empresa sin encogernos. Y con la repercusión pública que logramos se hizo evidente la farsa de aquella justicia franquista. Fue una victoria moral, nos dio mucha más fuerza y apoyo.

Notas:

(1) Fragmento del relato de Isaac Rosa en CONCIENCIA DE CLASE / Historias de las Comisiones Obreras. Publicado por Los Libros de la Catarata. Incluye textos, entre otros, de Unai Sordo, Manuel Rivas, Rafael Fraguas y Benjamín Prado.

(2) La huelga de la plantilla de la empresa Laminación de Bandas en Frío (Echévarri, Vizcaya) desde el 30 de noviembre de 1966 hasta el 15 de mayo de 1967 fue el conflicto laboral más largo durante el franquismo.

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