
Presentación:
Lo primero que podríamos preguntarnos es ¿por qué esta cinta?, ¿qué tiene de especial o rompedor una película como Hiroshima mon amour? Debo decir de entrada que he elegido esta obra, aparte de porque es realmente bella y conmovedora, porque al estar fechada en el esos primerísimos sesenta, que fueron el ecuador del siglo que fue a la vez un momento de ruptura, nos permitirá viajar hacia delante o atrás en el tiempo, en la historia del cine. En esos años sesenta se han sucedido ya dos guerras mundiales devastadoras, el bombardeo a la ciudades japonesas de Hiroshima y Nagashaki y la guerra fría va a estar pronto en su punto álgido. Al tiempo, en los países ricos se producirá un crecimiento económico, un boom desarrollista que no ha conocido parangón ni antes ni después y que va a desembocar en una sociedad estructurada a partir de ciclos de trabajo y consumo y con frecuencia desmemoriada. Tras la guerra, con el desarrollismo, decían los poderes, había llegado el tiempo de la paz y el olvido.
Sin embargo, en el cine de los más jóvenes que comienzan a se produce un giro hacia una actitud opuesta. El frescor de las nuevas olas comienza en realidad como un soplo de memoria. Los cineastas jóvenes y críticos, consideran que tras la guerra, y más que en ningún otro momento, había que volver a invocar el pasado para corroer las imágenes dulcificadas de la paz y crear otra memoria y otro relato de la Historia, había que entender que el tiempo presente está lleno de capas temporales, no es solo un instante y, en tercer lugar, había que entender que las vidas de la gente y por tanto las vidas de sus personajes, no podían extraerse de la Historia. Al trabajar con los restos de la guerra, el cine moderno se dejará llevar por una concepción del presente como Historia y una necesidad de insertarse en ella, aunque, a buen seguro, ello implique aceptar el duelo y el olvido. La Historia es la forma misma de existencia de estos personajes, y su existencia es, asimismo, completamente histórica. Cada elemento de sus vidas debe ser leído dos veces: en relación a sus asuntos propios y dentro de un relato colectivo marcado nítidamente por unos episodios trascendentales: la Guerra de España, el nazismo y el desastre del Holocausto, Hiroshima, los conflictos coloniales, las guerras contra el dominio militar norteamericano o la complicidad de los partidos comunistas con el estalinismo14. En los años sesenta.
Y esta veta histórica del cine, y esta relación compleja con el tiempo, puede verse con total claridad en Hiroshima mon amour.
Esta angustia y dolor que no pueden borrarse es también el argumento de fondo de Hiroshima mon amour, film dirigido por Alain Resnais y escrito por Duras aparecido en las pantallas allá por el año 1959.
Se dice con frecuencia que esta cinta es la primera manifestación de la ola francesa del cine moderno. Más allá de los consabidos títulos de honor, lo interesante aquí es señalar que en esta película la narración del hecho histórico no elude sino que toma como núcleo central el problema de la memoria/olvido de la consternación de la guerra. Pero sobre todo porque plantea, en la olvidadiza y globalizada paz de los países occidentalizados, la necesidad de rehacer un relato de los acontecimientos muy distinto al oficial pues su consigna no era otra que olvidar el sufrimiento del pueblo para mantener solo el recuerdo de los hechos pseudo heroicos. Situándose así nada menos que en el centro de las correspondencias del cine con la Historia, Hiroshima mon amour propone un relación nueva entre las imágenes y la espacio-temporalidad y da pie a un original trabajo con lo documental.
Dar cuenta de esta sacudida, aun si para ello hubiere que romper cómodos esquemas y fórmulas heredadas.
Más historias
Sonoro silencio
Memoria del frío
Un libro editado por la Diputación de Granada analiza el exilio español de posguerra