De Semanario Voz – Jaime Cedano Roldan – @Cedano85

Trajeron mercenarios israelíes para adiestrar a las bandas de asesinos del Magdalena Medio que terminarían constituyéndose como los grupos paramilitares, profundizaron la guerra y el terror con la implementación del Plan Colombia que degradó radicalmente el conflicto interno, pusieron las bases militares nacionales al servicio incondicional y sin control de las tropas gringas, aplauden la llegada de nuevos soldados yanquis, cosa que han venido haciendo desde hace más de medio siglo, pero se enfurecen, se les exalta el nacional-patriotismo y prenden las alarmas de su extraña soberanía ante la posibilidad de que lleguen a Medellín médicos cubanos, experimentados en mil batallas pandémicas, a ayudar en la angustiosa lucha contra el covid-19 que con el crecimiento de las cifras de contagiados y muertos pareciera que ya estuviera perdida, mientras el presidente y sus ministros ponderan como orates los inexistentes planes de contingencia que hasta presentan como modélicos y únicos en el universo.
Lo hacen desde la soberbia de sus vidas protegidas por centenares de escoltas, médicos, siervos, lacayos, brujos y curanderos. Señores feudales a quienes les importa un carajo la vida o la muerte, la desesperanza y la angustia de la masa plebeya que les vota, aunque cada día menos en los barrios humildes de nuestras ciudades.
Con su iracunda reacción frente al tema de los médicos cubanos, el uribismo está mostrando su “estatura provinciana y reaccionaria” de la que nos hablara Álvaro Vázquez en su libro De la Resistencia a la Alternativa (Ediciones Izquierda Viva 2004) y en el cual mostraba cómo la política nacional e internacional del uribismo eran una anomalía en una América Latina que se abría a los cambios progresistas y democráticos.
Hoy pareciera que su atrasado ideario estuviera a la ofensiva con el advenimiento de los gobiernos de ultraderecha de la era Trump, pero ese tinglado se está desmoronado en la misma medida con que le llega el sol a las espaldas al sicópata de la Casa Blanca. En esta misma línea torpe, medieval y militarista está la esperpéntica propuesta de la desquiciada vicepresidenta que plantea la extensión del servicio militar obligatorio para las mujeres, dizque para combatir la violencia sexual de los militares contra niñas indígenas y campesinas.
Otra anomalía y otro atraso frente al mundo, cuando las sociedades modernas, civilistas y democráticas avanzan hacia la supresión de la milicia obligatoria, solo algunos gobiernos de derechas han regresado a formas de servicio obligatorio ante la ausencia de voluntarios. Pero obviamente no es lo mismo prestar el servicio en Noruega o Suecia que en el Ejército colombiano, y no son comparables las circunstancias en que actúan, y quizás tampoco los métodos y concepciones.
Estos debates sobre los médicos cubanos y la propuesta de la vicepresidenta no son aislados. Hacen parte de la lucha política, ideológica y cultural que se adelanta en Colombia y América Latina. Países conservadurizados, dependientes de la metrópoli y con la economía de unos pocos como prioridad, o países como los que se proponen desde las izquierdas.
La crisis pandémica debería contagiar a toda la sociedad sobre la necesidad de cambios humanistas, amplios y generosos, pero no, han endurecido las gélidas almas neoliberales. Ante ello, el proyecto humanista basado en la defensa de la paz, la democracia, las libertades, la justicia social y los derechos humanos, es un llamado que debe multiplicarse y extenderse con amplitud.
Más historias
Siéntate y mira cómo se suicida Europa
Analista español que estuvo en el Donbass denuncia los crímenes de nacionalistas ucranianos y la parcialidad de los medios occidentales
Rusia afirma que presentará pruebas que la exime de hechos en Bucha, Ucrania